La Pluma del Conocimiento |
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Muhammad y El IslámMajid Safadarán Mosazadeh – Kohan (*)
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Muhammad[*],
el Mensajero de Dios que fundó la Religión llamada “El Islam” (622
d.C.), nació en la Meca, Arabia, en 570 d.C., en la familia de una
ilustre tribu. El nombre “Muhammad” significa “El Altamente
Alabado”. La tragedia amortajó su niñez pues su padre falleció
pocas semanas antes de su nacimiento y su madre pocos años después. Se
lo llevó consigo su abuelo, en cuya casa creció en un ambiente de
amor. Muerto el abuelo al cabo de algunos años, Le adoptó un tío,
compadeciendo de su triple orfandad, y en su casa y bajo su protección
llegó a la juventud. Muhammad
era analfabeto y pobre. Tenía varios oficios: cuidaba rebaños, mantenía
un pequeño almacén, viajaba en expediciones de caravanas a las grandes
ferias. Llegó a ser conocido por la bondad y nobleza de su vida y Le
llamaban “El Fidedigno” pues cualquiera podía depositar su
confianza absoluta en El. Los que se acercaban a El, lo amaban. Muhammad
fue una figura bellísima. Era de estatura mediana y poseía un aspecto
distinguido e imponente. Se manifestaban profundidad y sentimiento en
sus resplandecientes ojos negros y una expresión encantadora en su
atractivo rostro. Su porte reflejaba “una majestad radiante; fue
impresionante y gentil”. Era dulce, modesto, misericordioso y
generoso. Siempre expresaba agradecimiento por todas las bendiciones que
recibía de Dios y poseía una paciencia infinita. Tenía modales
refinados de cortesía y mostraba suma amabilidad no sólo a los seres
humanos sino también a los animales. Se ha dicho de El que “tenía
tanta dulzura en su semblante que cuando uno se encontraba en su
presencia no quería dejarlo. Cuando los afligidos estaban con El
olvidaban sus angustias”. Con
frecuencia Muhammad se retiraba a una cueva en el Monte Hira, al norte
de la Meca, para orar y meditar. Una noche, estando tendido en el suelo
del Monte Hira, se vio de repente rodeado por luz que descendía del
cielo y se Le presentó la gloriosa aparición del arcángel Gabriel,
envuelto en luz sobre un trono de fuego, representando al Espíritu
Santo. Una vez Le dijo: “Levántate; eres el profeta de Dios. Ve por
el mundo y habla en nombre del Señor”. Al principio resistió,
temeroso, el mandamiento de esa presencia abrumadora. La Voz repitió
esa frase por segunda y tercera vez y le instruyó sobre la obra que debía
cumplir. A
este solitario, en cuyo derredor se agitaba toda una nación, Le fue
dada la misión de convivir con ella, mezclarse con la gente y hablarle
en el nombre de Dios. Muhammad tenía entonces 40 años de edad. Su
esposa, Khadija, fue la primera creyente de Muhammad. Al salir y
predicar hubo una reacción violenta contra su Mensaje por tres razones
principales: porque enseñó que hay un solo Dios a tribus que creían
en algo de 360 ídolos como dioses; sus enseñanzas morales requerían
la terminación del libertinaje que no deseaban dejar; los principios
que predicó, recalcando que ante la vista de Dios todos los hombres son
iguales, fueron como dinamita para el orden injusto que existía. Después
de tres años de prédica y arduo esfuerzo, ganó menos de cuarenta
adeptos. Lenta y constantemente, hombres de talento, energía, y valor
se convencieron de la verdad de su Mensaje que, al final de una década,
varios centenares de familias estuvieron aclamándole como un autentico
Mensajero de Dios. La
misión de Muhammad, fue sumamente difícil. Sufrió incontables
persecuciones junto con sus seguidores. Llegando a saber que se hacían
intentos para asesinarlo, decidió huir durante la noche del 16 de junio
de 622 d.C. desde la ciudad de la Meca hasta Medina. Esta fecha es
considerada el comienzo de la era Mahometana. En Medina tuvo una
magnifica acogida y allí logro formidables éxitos. Cuando
Muhammad murió en 632 d.C., a los 62 años de edad, toda Arabia ya
estaba bajo su dirección espiritual y administrativa. “Para la nación
Árabe fue como un nacimiento de la oscuridad a la luz. Logró convertir
a tribus perversas y bárbaras en un pueblo civilizado y culto y produjo
eminentes científicos y literatos.” El
nombre de la religión de Muhammad es “El Islam” y significa
“Sumisión a la Voluntad de Dios”. Sus seguidores son llamados
“mahometanos o musulmanes”. El libro sagrado de Muhammad, “el Qúran”
significa “aquello que debe ser recitado”. Muhammad dictó sus enseñanzas
y “el Qúran fue escrito, originalmente, sobre omóplatos de carneros
o sobre hojas de palmeras”. Muhammad, era iletrado pero, por revelación
divina, dio esta obra de gran belleza literaria en un árabe clásico.
Muchos mahometanos, expertos en el árabe, insisten en que, la riqueza
de este idioma, ninguna traducción del Qúran puede hacerle justicia.
Hoy día, hay más de 350 millones de personas en el mundo que son
seguidores de Muhammad. La
contribución distintiva del Islam fue el concepto de la nación-estado.
El Islam creó la primera nación en la historia. En el siglo X el Islam
ya constituía una nación unida mientras Europa, aún en el siglo XV,
no tenía naciones formadas. La formación de las naciones en Europa y
América se efectuó más tarde. Durante
tres siglos, 750 a 1050 d.C., ninguna parte del planeta vivía en tal
confort, seguridad, paz y felicidad como la gente del Islam. Hicieron
valiosas contribuciones a la cultura mundial. Establecieron la primera
universidad en Europa, en Córdoba, España y otras importantes
universidades que sirvieron de modelo para otras naciones. Cirujanos
musulmanes fueron los primeros en hacer la disección del cuerpo humano.
El primer telescopio que se conoció fue construido por un musulmán.
Ellos fueron los precursores de la química moderna, la meteorología y
la geografía. Desarrollaron el método experimental de la ciencia.
Hicieron adelantos significativos en el campo de la medicina y cirugía;
álgebra, geometría y aritmética, literatura, agricultura, botánica,
astronomía, filosofía, óptica, obras manuales, derecho y
arquitectura. Los musulmanes desarrollaron el sistema decimal árabe de
la aritmética sin el cual las ciencias modernas y las transacciones
comerciales actuales serían imposibles. (Anteriormente se usaban los números
romanos). Dijo el historiador George Sarton que, durante estos tres
grandes siglos, las contribuciones culturales del Islam constituían el
65% de todas las contribuciones del mundo entero en ese periodo. Esto
es, quizás, el ejemplo más notable de la influencia de la religión
sobre la civilización. Los
seguidores de Muhammad tuvieron pasión por las investigaciones
intelectuales. El Qúran fue el estimulo principal para el adelanto del
aprendizaje con frases como éstas: “La
tinta del estudiante es más sagrada que la sangre del mártir.” “La
ciencia es el remedio para las debilidades de la ignorancia; es un faro
reconfortante en las tinieblas de la injusticia.” Muhammad
enseñó a sus seguidores que recordaran a Dios en todo momento y que
tenían la obligación de orar cinco veces al día. En el Qúran hay
advertencias contra la avaricia, cólera, envidia, calumnia, disputa,
orgullo y deudas. Aconseja ser justos en lo que se hable, perdonar,
hacer el bien a los padres, tratar con bondad a las mujeres y niños,
especialmente a los huérfanos, demostrar hospitalidad y cortesía,
practicar la hermandad sin discriminaciones y esforzarse por adquirir
sabiduría. El
Qúran dice: “Rectos son los constantes en la plegaria, los que dan
limosna, cumplen sus promesas, son pacientes en la adversidad y en
tiempo de prueba y de violencia.” Promete un sitio en el paraíso para
aquel que deja de altercar aunque tenga razón. “La
verdadera fortuna de un hombre en la otra vida es el bien que en ésta
hizo a sus semejantes. Al morir preguntarán los hombres que bienes
deja; pero los ángeles... le preguntarán qué acciones lleva por
delante.” La
Regla de Oro del Islam es: “Que nadie trate a su hermano en la forma
como a él le disgustaría ser tratado.” La
doctrina de Muhammad pone gran énfasis sobre la recompensa y el castigo
por nuestras acciones. Enseña que el alma es inmortal y responsable por
lo que hace. Enseñó
que sólo nos queda, como valor espiritual, lo que damos. Hay un
episodio que relata que se había matado una cabra para la casa de Mamad
y El preguntó a su esposa: “¿Qué queda de la cabra?” Ella contestó:
“Nada queda sino el lomo; pues hemos enviado el resto a los pobres y a
los vecinos.” Muhammad contestó: “Todo la cabra nos queda salvo el
lomo.” En
el Qúran exige la aceptación de Jesús y tiene datos sobre su vida que
no existen en el Evangelio Cristiano, como el que Jesús hablaba cuando
era recién nacido. Acepta que Jesús nació del Espíritu Santo y hay
un capítulo entero –el 19- dedicado a la Virgen Maria. Abdú’l-Bahá,
un sabio persa, dijo: “Muchos pueblos orientales se han educado y han
crecido bajo la sombra de la religión de Muhammad desde hace mil
trescientos años. Durante la Edad Media, mientras Europa se hallaba en
los más bajos grados de barbarie, los pueblos árabes eran superiores
en instrucción, artes, matemáticas, civilización, gobierno y otras
ciencias. El Iluminador y Educador de esas tribus árabes y Fundador de
la civilización y perfecciones humanas entre esas razas diferentes fue
un hombre iletrado, Muhammad.” Muhammad
enseñó que: “Dios enviaría a su pueblo al principio de cada edad a
Aquel Quien renovará la religión.”
NOTAS: [*]
¿Mahoma o
Muhammad? por
Abdullah Bartolls Ríus Mucha
gente cree que "Mahoma" es la traducción al castellano
del nombre propio Muhammad, pero esto no es verdad, en realidad
Mahoma es una mala e intencionada traducción del mote
"Maozim". El
origen de este mote se remonta a la Edad Media. Como he dicho Mahoma
proviene del mote "Maozim" que un cura
cristiano-trinitario llamado Alvaro de Córdoba [año 856; y que fue
uno de los inventores del mito de la Invasión Árabe en la Península
Ibérica], puso al profeta Muhammad -la paz y las bendiciones sean
sobre él- para desprestigiarlo e insultarlo. Maozim era un
personaje extrabíblico precursor del Anticristo; y que se identificó
con la cuarta Bestia del sueño del profeta Daniel [veáse Daniel 8,
1-27] y que anuncia el fin de los tiempos. Alvaro y sus
correligionarios cristianos-trinitarios identificaron al profeta
Muhammad -la paz y las bendiciones sean sobre él- con Maozim
precursor del Anticristo y se identificó al Islam con la cuarta
bestia de la visión de Daniel. Este
alucinado cura, dice en su libro de batalla contra el Profeta -la
paz y las bendiciones sean sobre él- y el Islam: "Quod
isti in sumosis turribus quotidie barritu inormi et monstruoso, ac
ferarum rictu, dissolutis labiis et faucium latu aperto ut cardiaci
vociferant, ac vociferandi velut furiosi proeconant ut muniant
Maozim cum deo alieno quem cognovit, id est, ut Maozim quem Cobam
vocant, hoc est majorem, cum Deo alieno, id est, Demone illo qui ei
sub persona Gabrielis apparuit uno venerationis nimine
munit...". [del libro de Alvaro de Córdoba: Indiculus
luminosus. Edición de Flórez: España sagrada, t. XI] El
nombre propio "Muhammad" proviene de la raíz del verbo
h-m-d: alabar, elogiar, loar, ensalzar; retribuir; agradecer. Y en
la posición "muhammad": colmado de elogios, el muy
alabado o el que alaba. Así pues, la traducción del nombre
"Muhammad" en castellano sería: el alabador, y no Mahoma.
El Profeta - la paz y las bendiciones sean sobre él - también
tiene otros dos nombres propios: Mustafa y Hamad. Normalmente
se considera una falta de respeto la traducción de los nombres
propios [e incluso los apellidos no se traducen]. Nadie traduciría
por Bill Gates "Guillermo Verjas". Conociendo
el origen y la intención de este nombre, considero que llamar
Mahoma al Profeta Muhammad -la paz y las bendiciones sean sobre él-
es una falta de respeto y una ignorancia de quien lo dice. Cuando
los musulmanes mencionamos el nombre de Muhammad añadimos "las
bendiciones y la paz de Al-lâh sean con él", que es la
salutación prescrita en el Qurân cuando dice "¡En verdad,
Allah y sus ángeles bendicen a Su profeta! ¡Oh, quienes tenéis
plena confianza [imân]! ¡Bendecid también vosotros a él! ¡Y
[sabed que] debéis de saludarlo como se debe!" [sura 33, ayât
56; etapa de Madina] Fuente:
http://www.webislam.com/numeros/1999/articulos/TX_99_54HTM (*) Miembro de la Comunidad Bahá'í de Pimentel, Perú. Director Académico del Instituto Cultural Peruano Norte Americano con sede en Chiclayo. E-mail: icpnachi@mail.udep.edu.pe
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